20 ene 2012

Virimundis,capítulo 5:Hacia el viaje intelectual


-Gumpert, ya estamos aquí- dijo retumbando el recepcionista del palacio verde. El hombre que había en mis sueños, estaba en la puerta de un palacio alto, con cristales verdes, sin techo y de forma celestial. Los refinados picos resaltaban detalles que nunca antes había visto. Cuando el hombre amorfo, Gumpert me miró, me introduje en mi mente de nuevo con la misma sensación que la última vez. En mi mente se me introdujo sin siquiera ser yo consciente, muchísima información sobre Gumpert. Ahora lo sabía todo sobre él. Me sonrió –Chico, lo que acaba de sucederte agradéceselo al descubridor del virimundis, llamado vulgarmente-esbozó una sonrisa. No me había dado cuenta antes de la forma de los dientes. Eran casi todos colmillos. Eran realmente grandes. –Agradéceselo a Pablo Martínez, chico-siguió Gumpert. Bueno, en primer lugar, bienvenido al palacio de los protegidos, me dijo. Me abrió la puerta. –Cuidado al entrar, chico. Me abrió la puerta y, sin duda parecía que me estaban tomando el pelo. Aquello parecía un holograma. El aspecto exterior no tenía absolutamente nada que ver con el exterior. Un suelo blanco, sin escaleras a un primer piso que se podía ver desde abajo, muy bonito, con aparatos extrañísimos, cabinas, más aparatos y más cabinas... Estaba todo muy bien decorado con cristales al exterior La segunda planta tampoco llevaba escaleras. Ninguna de las diez plantas tenía escaleras. Y, sí, Gumpert me lo advirtió, debí de hacerle caso, pero no lo hice, aunque me arrepentí, porque me pegué un buen susto. Justo al entrar, te separabas del suelo medio metro y la única manera de desplazarse era volando. Gumpert y su ayudante dominaban esta técnica. –Déjate llevar, simplemente- me propuso. La sensación de flotar en el aire, de volar como un pájaro libre, como el viento, era espectacular. No dije nada pero estaba alucinando. Gumpert ordenó a su ayudante que se quedase ahí. Ahora comprendí porqué no había escaleras. Los pisos estaban ordenados de manera cilíndrica y, me aproximé al centro de una circunferencia de unos seis metros cuadrados, para poder contemplar mejor el edificio, ante la antena mirada de Gumpert. Pero, allí el edificio era cilíndrico y muy estiloso, muy moderno. Por fuera parecía un castillo, aunque también elegante, pero de formas irregulares. Dejé pasar esa sensación como Gumpert me señaló al lugar donde me debía dirigir. Volando. -El grupo tiene que conocerte. Hay cosas que debes saber, ve a la planta dos, te están esperando-. Poco a poco, como un avión, como un cohete, más bien, fui a la segunda planta.

Había una tabla blanca y aparentemente muy frágil flotando. Se apoyaban dos hombres y una mujer sentados sobre el aire, vestidos con ropa negra, blanca gris y marrón claro. La parte del cuello de la camiseta, estaba hacia arriba, como un vampiro. Tenían peinados muy extraños. La mujer tenía el pelo enrollado varias veces, y al final, acababa en punta. Cuando me acerqué, pude comprobar que el pelo estaba enrollado sin ningún soporte, flotando al igual que todo lo que había en el misterioso castillo de la gravedad. –Hola- dijo tan solo la mujer, amablemente. El hombre que había en el centro se levantó, si a despegarse del aire y ponerse recto, podía llamarse levantarse. Con una reverencia me señaló algo a mi derecha. –Ven por aquí, chico-me rogó. Estaba empezando a hartarme de que me llamaran chico. Cuando me giré, había un chisme que estaba conectado por unos cables de medio metro de ancho, que a su vez llevaban otros azules, más finos, conectados a una especie de casco, que llevaban unos agujeros por dentro. El hombre me dijo que me lo colocase en la cabeza. –Va a dar comienzo el viaje- me explicó. Se desvaneció en una espiral y pocos segundos después, no veía nada más que simple abismo.

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